jueves, 12 de junio de 2008

La Falange Española


La ideología de Falange es el nacionalsindicalismo, un concepto basado en una interpretación del sindicalismo revolucionario, con componentes tomados del catolicismo. Aunque con vagas similitudes con el fascismo, en principio a diferencia de este, que perseguía un ideal imperialista, José Antonio pretendía una unidad de destino en lo universal (una idea que había sido enunciada con un sentido diferente, aunque no opuesto, por José Ortega y Gasset) como expresión de una comunidad de intereses y hermandad con las naciones hispanoamericanas. Esta idea espiritual de la patria serviría para superar la disgregación social que, a su juicio, el individualismo liberal y capitalista había sembrado en la sociedad europea de entonces y, en particular, en España.

El fascismo de imitación italiana estaba ya representado en España por los camisas negras de las JAP (Juventudes de Acción Popular), integradas en la CEDA dirigida por José María Gil Robles al que, brazo en alto y mano extendida, saludaban como jefe (una traducción para la expresión Duce en italiano) en sus concentraciones.

A modo de resumen, se puede condensar la ideología falangista en los puntos siguientes:

  • Creación de un Estado Sindical en el que la lucha de clases sería superada por el Sindicato Vertical, que juntaría en un mismo organismo a patronos y trabajadores organizados por ramas de la producción. La propiedad de los medios de producción se sindicaliza, siendo administrada de forma autogestionaria.
  • Nacionalización de la banca y reforma agraria manteniendo el respeto a la propiedad privada, pero sometida a los intereses de la comunidad (Patria, pan y justicia era el lema falangista en lo económico y lo social).
  • Las unidades fundamentales de la organización social son aquellas a las que se pertenece de manera natural. Este es el caso de la familia, el municipio o el sindicato. Esta idea se reduce a la primacía de las relaciones comunitarias sobre las de asociación. Esta sería la definición del Comunitarismo falangista frente al Comunismo marxista.
  • Catolicismo romano, pero sin admitir injerencias de la Iglesia. El estado debía ser laico.
  • Orgullo de la historia del Imperio Español, en especial del período de España regido por los Reyes Católicos que inauguraron el, para los falangistas, período de grandeza imperial de España.
  • El anticomunismo, anticapitalismo y aversión por el liberalismo se resumían en la expresión: Ni capitalismo, ni comunismo, sino nacionalsindicalismo. Se expresaba así un deseo de superar el enfrentamiento entre ambas tendencias consideradas perversas e injustas por los falangistas. El nacional-sindicalismo sería así la otra orilla de la dialéctica entre capitalismo y comunismo. Los falangistas se veían a sí mismos como unos adelantados en el devenir histórico superador del caos de ese enfrentamiento. También critican el corporativismo fascista —al que José Antonio define como «buñuelo de viento»— porque no acaba con las relaciones de producción capitalistas.
  • Es un partido que acaba definiéndose como republicano al considerar que la monarquía ha cumplido hace tiempo su papel histórico en España. Así lo prueban al manifestarse en Madrid (7 de octubre) con banderas republicanas y una pancarta con el lema «Viva la unidad de España», en apoyo del gobierno derechista republicano frente a la Revolución de 1934.[1] En particular, Ramiro Ledesma Ramos se manifestó como un antimonárquico convencido.

Cualquier análisis objetivo de la ideología política de este grupo debe de tener presente que el propio desarrollo político de la doctrina falangista no estaba definido en el momento en que se desata la Guerra Civil Española. Prueba de ello es la expulsión, poco antes del estallido bélico, de uno de sus fundadores, Ramiro Ledesma Ramos, al enfrentarse abiertamente al liderazgo de Primo de Rivera. Ledesma Ramos considera entonces que José Antonio es demasiado moderado y no está dispuesto a adelantarse a una posible revolución proletaria bolchevique que él considera inminente y que ha de ser evitada con una revolución nacional-sindicalista.

Arnaud Imatz considera que, como demócrata, Jose Antonio, defiende el poder basado en la voluntad y el consentimiento del pueblo. Así, en una democracia menos formal y más participativa condena con fuerza por un lado , la democracia individualista y liberal, mampara del régimen plutocrático, por otra parte la democracia colectivista o popular, camuflaje de la expresión socialmarxista y de la Dictadura del Partido Comunista ]).

Símbolos

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